La plastilina es uno de los materiales más utilizados cuando de realizar manualidades con niños se trata. En este sentido, trabajar con ella puede resultar toda una aventura, pues además de ser muy divertida, ayuda a la creatividad, potencia la concentración y desarrolla la motricidad fina, además de otros muchos beneficios de los cuales hablaremos a continuación.
Al tratarse de un juego libre, la plastilina es uno de esos “juguetes buenos” que fomentan la creatividad infantil. Si dejas que tus hijos moldeen las figuras que desean, echarán a volar su imaginación y fantasía. De hecho, jugar con la plastilina también les acerca al arte, permitiéndole combinar diferentes formas y colores en tres dimensiones, algo que no pueden hacer mediante el dibujo.
El acto de separar, amasar, ablandar y unir las diferentes piezas de plastilina para formar las figuras facilita la concentración. Los niños deben prestar atención a detalles como los tamaños y las proporciones, por lo que es un juego particularmente recomendable para quienes padecen hiperactividad. De hecho, un estudio analizó a 30 niños con déficit de atención e hiperactividad, quienes se sometieron a 11 sesiones de 60 minutos de juego con plastilina durante cinco semanas. Al cabo de ese tiempo, su concentración había mejorado y se redujeron los niveles de agresividad, tanto física como verbal y relacional.
La motricidad fina demanda una compleja coordinación de diferentes grupos musculares de las manos y los dedos. Jugar con la plastilina es una manera divertida para que los niños vayan aprendiendo a sincronizar movimientos más finos y complejos, que posteriormente le facilitarán el proceso de aprender a escribir. De hecho, además de la plastilina, puedes facilitarle otras pequeñas herramientas para que perfeccione sus figuras y tenga que realizar movimientos más precisos.
Todas las formas de arte, desde la pintura hasta el modelado, facilitan la expresión emocional. Por eso, jugar con plastilina se puede considerar una herramienta primaria de comunicación y expresión. Los niños no solo encuentran placer modelando con sus manos sino que a través de las figuras que crean también reflejan su mundo interior.
Si se sienten frustrados, enojados, tristes o contentos, lo expresarán mediante esas pequeñas “obras de arte”, las cuales se pueden convertir en auténticas “válvulas de escape” para aliviar las tensiones y el estrés del día a día. De hecho, jugar con plastilina es extremadamente relajante, además de fomentar un estado emocional positivo.
Cuando los niños aún son pequeños, deben aprender a diferenciar los colores y las formas. Animarles a jugar con la plastilina es una excelente manera para ayudarles a descubrir las diferencias entre los colores y las tonalidades, así como para que se apropien de los conceptos de forma y volumen. Cuando los niños trasladan las figuras que ven en su día a día a la plastilina, podrán formarse una idea más exacta de las proporciones, el volumen y las formas.
Esta entrada ha sido publicada el 22/02/2021 09:30
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